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Mi relato para Relato 48 - 2024: El Registro

 Os explico en el siguiente post más sobre este concurso. Aquí podéis leer el relato que escribí para el.



El REGISTRO 

de Aránzazu Santana

Nadie me dijo que el dolor es algo que sorprende. Pensamos que hemos sentido un dolor insuperable, pero, de repente, pasa algo y descubrimos que el dolor no tiene fin. No importa si crees que no puedes soportar más dolor, es mentira, puedes y lo harás. No me extraña que mi padre siempre me dijera: "No sabes lo que es sufrir". Está claro que él sabía del tema, quizás demasiado. El dolor nos mueve para hacer cosas, ¿no te parece? Recuerda aquel verano en la playa del Puertito, cuando la tía nos decía que tuviéramos cuidado con las piedras. Me acuerdo cómo entrábamos en el agua dando saltos con cada pinchazo de los callados de la playa. Cómo cambió la historia cuando nos compraron unas cangrejeras.

 

Pero no quiero aburrirte rememorando otros tiempos. Necesito tu consejo, como lo hacías antes. He descubierto muchas cosas en estos días y quizás todo cambie. O al menos, si soy buena persona, debería cambiar. No sé muy bien por dónde empezar, desde que papá falleció son tantas las cosas que gestionar que me siento desbordado. Papá tenía demasiadas cosas por resolver y eso que nos decía que cuando él faltase nosotros no tendríamos que hacer nada. Creo que solo lo decía para darse importancia y quejarse de sus hermanos por cómo gestionaron la casa del pueblo de los abuelos. Cómo me aburren esos temas de las herencias, no conozco una familia que no tenga algún conflicto con estas historias. Menos mal que nosotros somos de otra pasta. Al menos eso creo, aunque quién sabe cómo puede acabar esta historia.

 

Sé que me dijiste que resolviera todo lo que pudiera y que cuando pudieras venirte me ayudarías con cualquier decisión que tomase. Ojalá pudieras estar aquí. Pero son tantas las cosas que me he encontrado que no puedo decidir solo. Necesito contarte cómo ha sido esta semana, porque he descubierto mucho más de lo que esperaba.

 

Papá ocultaba más de lo que cualquiera podría ser capaz de imaginar. O al menos, lo que yo soy capaz de pensar de alguien. Hacía tanto que no veníamos al pueblo, que ya ni recordaba que había una habitación que él siempre cerraba con llave. Cuando los chicos y yo llegamos y nos pusimos a recoger, de repente es como si la puerta hubiera aparecido mágicamente. Sergio se acercó e intentó abrirla. Como siempre estaba cerrada, ¿dónde estará la llave? - pensé-. Cogí el llavero de papá, ya sabes ese que tenía llaves de tantos sitios que no sé cómo se aclaraba. A veces llegué a pensar que tenía las llaves de todos los vecinos. Y quizás tampoco estaba tan desencaminado. Pero ninguna abrió la puerta. No le di importancia, ya sabes cómo era papá, guardaba la declaración de la renta como si fuéramos a traspapelar algún secreto de estado con nuestros enemigos. Así que seguimos recogiendo, obviando esa habitación. Total, ya habría tiempo.

 

No te puedes imaginar cuanta basura tenía papá. Tenía literalmente una cómoda llena de agendas viejas. Creo que había agendas de antes de que naciéramos. Ahora me arrepiento de haberlas tirado. Pero fue de las primeras cosas que encontré y no pensé que pudieran ser importantes. Quizás pueda recuperarlas, creo que los chicos aún no han tirado el contenedor que preparamos para todo lo que pensábamos tirar. Insistí mucho en que teníamos que separar para reciclar todo lo posible.

 

No quiero distraerme con todos estos detalles, pero debo ponerte en situación. Papá parecía hacer vida en prácticamente 3 espacios de la casa: el salón-comedor, la cocina y su dormitorio. De hecho, el baño de la primera planta estaba lleno de cosas, creo que lo usaba como un armario. Supongo que solo necesitaba el baño de su dormitorio, total ya no recibía visitas, ¿verdad? Todo estaba muy ordenado, fue fácil encontrar los papeles importantes. Curiosamente estaban en un armario en la cocina. Había varios archivadores y una caja con recibos. Se ve que los ponía en la caja hasta que los archivaba donde correspondía. Da miedo pensar lo meticuloso que era para esto. De hecho, encontré un archivador con tu nombre. Estaba lleno de toda documentación médica o académica relativa a ti. ¡Qué envidia de notas, por cierto! Mi archivador no estaba ahí.

 

Óscar se encargó de los muebles. Ya sabes que conoce gente que reaprovecha los muebles, los restauran y luego donan los beneficios. Y en general había mucho mueble de calidad que podían utilizar. He guardado tu primera mesa de dibujo, he imaginado que te gustaría tenerla, a mí me gustaría guardarla. Papá la tenía desmontada y envuelta en la habitación pequeña. Se nota que la guardó pensando en conservarla bien. Fue cuando vino el camión para recoger los muebles cuando nos encontramos algo extraño. Quisimos sacar el armario de la abuela, pero no había quien lo moviera. Antes se hacían las cosas de otra manera y está claro que pensaban que un mueble era para siempre. Uno de los chicos de los muebles nos dijo: "No será de los de doble fondo". Nos quedamos parados. "¿Cómo que doble fondo?" - le pregunté. "Sí, nos hemos encontrado algún armario antiguo que la gente ponía doble fondo. Supongo que cuando la guerra alguno aprovechó para esconder lo valioso en esos escondites". Cómo imaginarás lo probamos. Y sí, tenía doble fondo. Te aseguro que jamás lo hubieras dicho, estaba muy bien disimulado. Dentro había una serie de cajas de madera, pequeñas. Me recordaron un poco a esas que tienen una botella de vino y que tan bien quedan como regalo. Creo que serían unas 15 o 20 apiladas, el espacio lo habían aprovechado al máximo. Lo sacamos todo para que pudieran llevarse el armario y pensamos que ya luego lo miraríamos. Quizás la abuela lo habría guardado en otro tiempo y se quedó ahí olvidado. Ni lo pensé mucho en ese momento.

 

Una vez resuelto el tema de los muebles nos quedaba lo difícil, qué hacer con todo lo que encontramos en cajones y armarios. Uno no piensa en todo lo que acumula hasta que tiene que vaciar una casa, ¿verdad? Les dije a Sergio y a Óscar que se encargasen de la ropa, no quería nada de eso. Tampoco me apetecía rememorar momentos viendo la ropa de papá. Lo tenía claro, solo guardaría lo mínimo. Papá tenía tantos papeles guardados sin necesidad, estaban las instrucciones de nuestra primera cámara. Bueno, para ser sincero estaban todos los manuales de todo aquello que tuvimos, que tuviera manual. Por suerte, papá no era de los que tienen fotos en cajas, así que fue fácil encontrar las pocas fotos que había en unos 3 álbumes, no te sorprenderá saber que no estaban llenos del todo. Qué poco le gustaba sacarnos fotos.

 


Pronto llegué a las cajas misteriosas. Pesaban bastante. Ahora que las miraba con detenimiento me di cuenta de que tenían alguna anotación en las mismas: 1975/1, 1960, 1975/2, … Parecían enumerar años. Abrí una cualquiera y encontré carnets viejos y unas fichas como las que usábamos para estudiar. No sé quiénes serían esas personas, eran todas mujeres. ¿Qué había encontrado? De repente, sentí miedo de seguir mirando, pero algo me decía que tenía que mirar. Las fichas tenían notas, ponían lugares relacionados con fechas y horas. Era como un registro, no sé de qué o para qué. Pero seguí pensando por qué tenía documentación de personas que no conocemos de nada. La mayoría de las cajas guardaban un contenido similar. Algunas solo tenían fichas, pero seguían apareciendo carnets en varias de ellas. Estaba desconcertado cuando abrí la caja que ponía 1992, el año más cercano de todas las cajas, no estaba tan llena como el resto y en el fondo había una llave. De repente, lo vi claro. Era la llave de esa habitación cerrada a la que nunca pudimos entrar. Fui corriendo casi sin pensarlo hasta la puerta con la llave en la mano, sentí algo de nerviosismo mientras metía la llave en la cerradura. Entraba perfectamente y comencé a girar la llave. Cuando escuché el primer giro de los engranajes de la cerradura lo pensé: llama a los chicos. Y así hice, mejor no hacer eso solo, quién sabe qué podía encontrar. Visto lo visto, esa casa tenía misterios que no esperaba.

 

Cuando los chicos vinieron le di la última vuelta a la llave para abrir. Una parte de mí no quería abrir, pero no podía evitarlo, tenía que saber qué había dentro, qué tan bien había guardado. Jamás pensé que me encontraría lo que me encontré. Una mesa grande en todo el centro y una carpeta sobre ella. Nada más. De hecho, la habitación parecía más limpia que el resto. La carpeta parecía estar bastante llena. Dentro había una serie de cartas con una nota hecha con una página de una agenda. El día que marcaba la agenda coincide con esa última visita que le hicimos a papá, recuerdas lo que pasó. Después de eso no volvimos. La nota ponía: "Chicos, aquí encontraréis la verdad. Vosotros decidís si queréis contarla. A mí ya me da igual".

 

He llamado a la policía para enseñarles todo lo que he encontrado. Les enseñé las notas y los carnets y me costó, pero le dije al policía: "Aquí se explica todo. Las 48 cartas que mi padre escondió. En ellas habla de todas esas mujeres desaparecidas y cuenta qué hizo con ellas".

 

Pero pasa una cosa, había 50 cartas. Una para ti y otra para mí que no he sido capaz de entregar a la policía. Papá era un loco, eso lo sabíamos, pero no hasta qué punto. Mi carta es horrible, está claro que papá no sentía aprecio por mí. Pero he sentido vergüenza al descubrir que pensaba que me parecía a él. Quizás incluso asco, al leer que pensaba que continuaría su legado y que se sintió decepcionado el día que lo visitamos. Le horrorizó descubrir mi matrimonio y que tú me apoyases. Sabes, creo que hicimos bien en seguir nuestro camino. No sé qué dirá tu carta, pero creo que debería ser algo para ti, no pienso abrirla. Creo que he hecho bien, quería preguntarte primero, pero… ya sabes. Sé que para ti era difícil odiarle, por eso te agradezco tanto que decidieras apoyarme. Ojalá, no hubieras tomado nunca ese avión, que solo me dejaste. Espero al menos, haber hecho algo bueno; la gente merece saber la verdad.

 

Fin


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